A menudo muchas empresas cometen el error de pensar que cualquier concepto de producto se puede fabricar. Rectifico, realmente no están equivocadas, casi todo se puede fabricar, pero eso sí, siempre a costa de un precio y de un tiempo, que como todos sabemos son las mayores restricciones en el desarrollo de un proyecto.
Cuando afrontamos la tarea de plantear un nuevo concepto hay que considerar la funcionalidad, las tendencias en colores y materiales, las formas y la ergonomía y los pequeños detalles que, finalmente, serían los que expresen la personalidad del producto. Pero cuidado, no hay que olvidar que hay que fabricarlo: queremos vender x miles de unidades, que serán utilizadas durante un determinado ciclo de vida, y bajo un presupuesto ajustado que no podemos saltarnos.
Por esta razón, es esencial que en el proceso de diseño de un nuevo producto se trabaje mano a mano con diseñadores, ingenieros, expertos en materiales y tendencias, para que ningún detalle quede desatendido u olvidado y consigamos un conjunto excelente en cada una de sus facetas.
Uno de los datos que se debe establecer cuidadosamente antes de empezar a diseñar es el coste máximo de fabricación que queremos alcanzar. Con este dato podemos comenzar a pensar en distintos procesos, número de piezas que puede constar el conjunto, montajes o familia de material aptos, entre muchos determinantes.
Tomemos como ejemplo el diseño de un teléfono móvil. En la definición de la carcasa no tiene el mismo coste realizarla de aluminio mecanizado y posteriormente pulido, que en plástico inyectado y con un postproceso IMD (in mold decoration) para darle una apariencia metálica o un plástico inyectado directamente en el color final. Si consideramos que para nuestro presupuesto nos encaja la inyección de plástico con color final y un barniz protector, se pasará a considerar el número de piezas que podemos incluir en el conjunto. Cada pieza implica unos costes de utillaje, desarrollo y mantenimiento nada desdeñables.
Un parámetro esencial en la percepción de un producto es el material que lo compone. Si hemos definido claramente qué tipo de material necesita nuestro móvil, en este caso plástico inyectable, pasaremos a considerar que tipo de plástico es el que funcionará mejor. El mundo de los plásticos es amplísimo y evoluciona a una velocidad de vértigo: bioplásticos, plásticos autorreparables, de altas prestaciones mecánicas, resistentes a las radiaciones UV, TPU antiestáticos, y un largo etcétera. Por esa razón es clave estar al día con los materiales, propiedades, fabricantes y aplicaciones, para emplearlos con creatividad. En algunos casos el material menos pensado puede funcionar a la perfección en nuestro nuevo producto.
La definición del material es crucial, da la calidad percibida del producto, lo que siente el usuario final cuando lo toca y lo mira, y cuando pasa el tiempo y lo ve envejecer. Siguiendo con el ejemplo del teléfono, hemos definido una carcasa de plástico directamente inyectada con el material, por lo que en este paso deberemos seleccionar un material que tenga una calidad estática superficial elevada, no deje marcas de inyección y sea resistente a la radiación UV. Por ejemplo, si definimos un PP cargado con fibras en el momento de inyección nos llevaremos la desagradable sorpresa de que esas fibras salen a la superficie marcando el camino que siguen cuando entran en el molde. Por supuesto, es vital estudiar en el proceso de inyección de la pieza o con el proveedor de material la gama de colores que podemos conseguir, fundamental cuando queremos acabados especiales.
Esto es una pequeña pincelada de muchos de los factores a estudiar a la hora de diseñar un producto. Este no es un proceso rígido y cerrado, por el contrario es flexible y varía en cada caso en función de la naturaleza del proyecto. La conceptualización de un producto demandará un material determinado, mientras que otros se centraran en un coste ajustado que bajo ningún concepto se deberá superar. Es nuestra labor ser creativos en la aplicación de nuestros conocimientos para cumplir todos los requisitos del cliente para conseguir un producto que destaque y no defraude al usuario final.
Vamos a crecer ¡juntos!
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